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jueves, 2 de junio de 2016

LA VERBENA DE LA PALOMA

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La verbena de la Paloma Para las películas basadas en la obra, véase La verbena de la Paloma (película). La verbena de la Paloma La verbena de la Paloma o El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos La Verbena de la Paloma cartel1894.jpg Portada del libreto y cartel anunciador de la función del estreno de 'La verbena de la Paloma' en el Teatro Apolo, el 17 de febrero de 1894. Dibujo atribuible a Eduardo Urquiola. Género Género chico (sainete) Idioma Español Música Compositor Tomás Bretón Puesta en escena Lugar de estreno Teatro Apolo Madrid Fecha de estreno 17 de febrero de 1894 Personajes Véase personajes Libretista Ricardo de la Vega Duración 40 o 45 minutos de música [editar datos en Wikidata] La verbena de la Paloma —subtitulada El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos—1 es un sainete lírico en prosa con libreto de Ricardo de la Vega y música de Tomás Bretón,2 a que se estrenó el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid.2 Su título hace referencia a las fiestas madrileñas en torno al 15 de agosto, cuando se celebra la procesión de la Virgen de la Paloma.3 La verbena consta de un solo acto, que era lo común en el teatro por horas, dividido en tres cuadros, siendo una zarzuela prototipo del género chico, de corta duración. Cada cuadro tiene decorado y escenificación diferentes, siendo el primero de duración más breve y el segundo más extenso, para llegar a un tercero extenso también, con la particularidad de que mientras en los dos primeros hay una gran abundancia de números musicales, en el último cuadro no hay ninguno salvo el final de la obra. En la obra aparecen personajes tan entrañables y recordados como Don Hilarión, su amigo Don Sebastián, la tía Antonia, las chulapas, el sereno, los guardias, el boticario y el tabernero. Todos estos personajes son muy característicos del viejo Madrid del siglo XIX. Representación de la verbena de la Paloma, en la azulejería con orla talaverana, de un local en la calle Martín de los Heros, 59-bis, de Madrid. La España de la última década del siglo XIX, que vivía el momento histórico de la Restauración, vio emerger en el arte musical de la zarzuela a autores como Ruperto Chapí, Tomás Bretón, Emilio Arrieta, Francisco Asenjo Barbieri o Federico Chueca. Hasta el momento habían triunfado en los grandes teatros las zarzuelas de tres actos, un espectáculo de raíz popular del que sin embargo solo las clases acomodadas podían beneficiarse. Pero el desarrollo económico trajo consigo una primeriza clase media y el aumento de precios y costes afectó a las grandes representaciones, al mismo tiempo que abría las puertas de la escena a más público gracias a las nuevas y necesarias alternativas surgidas en pro de la supervivencia teatral; una de ellas fue producir sesiones de menor duración que hacían el espectáculo más barato y accesible. La iniciativa partió de un colectivo de actores empresarios muy populares en el Madrid de la segunda mitada del siglo XIX , Antonio Riquelme —a quien se atribuye la idea—, José Vallés y Juan José Luján.4 Los grandes beneficiados de este fenómeno —que se llamaría «teatro por horas»— fueron los sainetes y zarzuelas cortas (o zarzuelitas), de menos de una hora, más funcionales que la oferta habitual hasta entonces, con espectáculos que obligaban al espectador a aguantar cuatro horas seguidas sentado en el teatro.5 Muy pronto estas zarzuelitas entraron a formar el grueso de lo que se conocería como «género chico»,6 representaciones que en general abordaban temas, marcos y personajes populares y castizos, casi siempre de tipos madrileños. El éxito de aquel 'teatro por horas', junto al de las varietés pusieron a la zarzuela grande, con sus tres o más actos y su costosa producción, en una situación delicada que solo el genio del citado maestro Barbieri conseguiría salvar con la creación de El barberillo de Lavapiés, una pieza que se hizo tan popular que cada año figuraba en los repertorios. El escritor, crítico teatral y dramaturgo Pérez Galdós fue uno de los pocos intelectuales que apoyó el teatro por horas —enfrentándose a la mayoría de la crítica seria de la época—; así lo deja expresado en Nuestro teatro:7 No debo pasar en silencio, tratando de teatros matritenses, un sistema de espectáculos que sin género de duda es peculiar de Madrid, como si dijéramos su especialidad, sistema desconocido en otras capitales, pero que por fin ha de cundir y propagarse porque es muy bueno y responde a fines sociales y económicos. Me refiero a las funciones por horas o por piezas que tanto éxito tienen aquí, atrayendo y regocijando a la gran mayoría del público. Los inventores de esta división del espectáculo público, abaratándolo a las modestas fortunas y haciéndolo breve y ameno, conocían bien las necesidades modernas. Es poner el arte al alcance de todos los peculios, sirviéndolo por amor y en dosis que no hastían ni empalagan. Pérez Galdós Aunque las primeras salas teatrales en acoger el teatro por horas fueron el Variedades y el Lope de Rueda,6 que ofrecían una selección de dos a cuatro obras diarias, el éxito del «teatro por horas» tentó a los empresarios y productores teatrales de las mejores salas de Madrid, como ocurriría con el teatro Apolo, que fue uno de los primeros en aplicar la estrategia de dejar para la última función la obra más importante, y de ahí viene el dicho «la cuarta del Apolo», —la cuarta función— para referirse a la zarzuela o sainete de mayor interés en ese momento. 8 La verbena de la Paloma, que se había estrenado en la segunda sesión, cosechó tal éxito en su estreno que, al día siguiente, fue trasladada a «la cuarta del Apolo». Historia[editar] Teatro Apolo en la calle de Alcalá, donde se estrenó La verbena de la Paloma Ricardo de la Vega escribió el libreto de La verbena de la Paloma a partir de un hecho real que escuchó de labios del propio protagonista; el asunto le pareció interesante y no tuvo más que rodearlo de un ambiente que le fuera propicio y unos personajes que no desentonaran. En esa época, el escritor colaboraba en una revista llamada La Gran Vía, como tenía una letra mala y poco legible, muchas veces tenían que enviar al cajista para que le ayudara a descifrar ciertas palabras del escrito de turno, por lo que el joven empleado y el escritor ya se conocían de antiguo y habían entablado una cierta amistad. En una de esas ocasiones, un 14 de agosto, Ricardo de la Vega notó que el cajista estaba mohíno y con aire preocupado así que le preguntó qué le pasaba. Y el cajista se sinceró con él: «He reñido con mi novia; la he visto junto con su hermana paseando en coche de caballos y dejándose alagar por un viejo verde. Mañana si nos encontramos en la verbena de la Paloma prometo armar un escándalo». De este modo la confidencia del joven cajista quedó grabada en la mente del escritor y dio origen al libreto de la zarzuela. 9 El 16 de agosto de 1893, el Heraldo de Madrid informaba de los posibles estrenos para la temporada 93-94 en el Teatro Apolo, entre los que incluía La verbena de la Paloma de Ricardo de la Vega y Ruperto Chapí.10 El músico había recibido el libreto de la citada zarzuela desde finales de 1893 y se comprometió a crear la música.11 El inminente estreno se anunció el 4 de enero de 1894; sin embargo, seis días después, La Correspondencia de España informaba de un supuesto altercado entre el músico y los empresarios del Teatro Apolo.12 Finalmente, el 10 de febrero, El Imparcial publicó que Chapí no crearía la partitura para La verbena de la Paloma y que su lugar había sido ocupado por el compositor salmantino Tomás Bretón.11 Ambientación y casticismo[editar] Los intérpretes de La verbena de la Paloma Pilar Vidal, Manolo Rodríguez, Irene Alba y Luisa Campos en señá Rita, don Hilarión, Casta y Susana, en el estreno de 1894 Cuando la obra representaba el ambiente de los años en que se había escrito, los personajes vestían a la moda de esos años. El chulapo castizo madrileño de los barrios populares de finales del siglo XIX vestía chaquetilla corta y bombín para las grandes ocasiones y una gorrilla para los días corrientes.13 El libreto. Personajes y temas[editar] El libreto escrito por Ricardo de la Vega está ambientado en el Madrid de finales del siglo XIX, en el Madrid de la Restauración y en él (como en otros libretos) se idealiza el statu quo de la sociedad de la época. Después del éxito de La Gran Vía (1886), Madrid pasó definitivamente a ser protagonista del género chico. No sólo fueron protagonistas los personajes sino la propia ciudad, sus calles, plazas, urbanismo en general, su ambiente, costumbres, vida cotidiana del pueblo, de los señoritos, de la aristocracia y de los militares; y hasta la climatología tomó protagonismo como puede comprobarse en El año pasado por agua que el mismo Ricardo de la Vega había escrito unos años antes o el gran calor de la noche víspera de la Paloma.14 Los dichos, las sentencias, las situaciones, todo lleva a demostrar una realidad decimonónica en que se tenía muy en cuenta los valores morales y virtudes como el trabajo, la honradez, la familia, el matrimonio, etc.15 El tema de fondo es muy sencillo y no tiene mayor envergadura: amores y celos entre una pareja chulesca de novios, Julián y Susana, ambos hijos del pueblo de Madrid. Los demás personajes van dando vida al ambiente que se respira en una noche de verano víspera de la Fiesta de la Paloma, en un barrio popular con tipos y costumbres que el público va reconociendo como suyas y que será en definitiva el éxito de la función.WIKIPEDIA ABAJO DIFERENTES VERSIONES DE LA VERBENA DE LA PALOMA

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